lunes, 15 de diciembre de 2008

Zú Reino

Había una vez un Rey. Tenía 50 años y se llamaba Raymond: Rey Raymond.
Raymond vivía en un gran palacio llamado “El Gran Palacio”.

No tenía hijos, ni mujer, ni ningún otro familiar. Sin embargo nunca estaba solo.
Estaba constantemente acompañado por sus mayordomos, guardias, consejeros reales, y demás.

Toda su vida se basaba en las difíciles decisiones de un líder soberano, que sólo se interesaba en reinar su reino... llamado Zú Reino.

Un día se encontraba el rey Raymond en El Gran Palacio tomando su Decisiones Diarias sobre la mesa:

_ ¿Desea más Decisiones Diarias su majestad? Preguntó su mayordomo, Alfredo Alfil.
_ No gracias Alfredo, comí suficiente por hoy. Le respondió el Rey Raymond.

Después de su desayuno nutritivo con las sabrosas galletitas "Decisiones Diarias", nuestro rey se fue a descansar a su recámara real.

Zú Reino era un reino sin colores. Todo era blanco y negro.

Mientras descansaba el rey en su recámara blanca, tubo un sueño revelador: soñó que necesitaba una Reina. La necesitaba para poder ganar ¿Pero ganar qué?

Al día siguiente, vino un peón que trabajaba en los establos a decirle lo siguiente:

_ Mi estimado Rey Raymond, en los establos hablé con un peón del reino del Otro Lado, nuestros enemigos, y me advirtió que su Rey está planeando declararnos la guerra.

El rey dijo a esto:

_ Humilde peón, ha hecho lo correcto en avisarme de los eventos que amenazan la paz y tranquilidad del reino, pero he tenido un sueño revelador, y me ha dicho que sin una poderosa Reina, no podré ganar.

El Rey creía que ese sueño había sido una señal, que advertía que si no encontraba una Reina, no podría ganar la guerra.

El peón hizo su respectiva reverencia y se marchó a los establos.

_ ¡Alfredo! ... ¡Alfredo! ... Llamó nuestro rey.
_ Sí su majestad ¿En que lo puedo asistir?”
_ Quisiera que llames a mis dos caballeros más nobles, voy a hacer una audición para encontrar a mi poderosa Reina, nos reuniremos en los establos.
_ Ahora mismo su majestad.

Al llegar a los establos los dos caballeros en sus respectivos caballos negros, Raymond comenzó a hablar.

Les contó de su sueño y les dijo:

_ Mis fieles caballeros, después de tener este sueño, y analizarlo repetidas veces, he decidido encontrar a aquella Reina antes de la guerra. Solicito su ayuda para traerme a toda mujer noble, mayor de 40 años y menor de 50.

Los dos caballeros, sin hacer muchas preguntas, partieron a las tierras civiles de Zú Reino. El Rey quedó con los peones y los negros sementales en el establo blanco.

Había diez peones en los establos de El Gran Palacio, y cada uno de ellos había sido entrenado en armas por el mismo maestro del rey.

Toda la gente que habitaba El Gran Palacio era la mejor gente de Zú Reino: Los peones altamente entrenados para combate y extremadamente inteligentes. Los Mayordomos eran los mejores guardianes del rey, ambos Alfredo Alfil y Adolfo Alfil (hermanos) lo protegerían con su vida si era necesario. Ambos iban a todos lados con el rey, excepto que él los mandara a alguna misión real, como en éste caso que los había mandado a conseguir el mas maravilloso vestido negro para su anónima Reina.

Los dos caballeros, Arturo y William eran dos jóvenes de la nobleza inglesa. Eran muy inteligentes y extremadamente leales. Luego estaban los arqueros, que trabajaban en las torres que protegían al Gran Palacio. Se ponían dos o tres arqueros en cada torre. Sinceramente hablando, las Torres en sí eran más útiles que los arqueros, ya que eran prácticamente irrompibles.


Al volver los Caballeros, trajeron consigo tres bonitas mujeres de 45 años cada una, según éstos, eran las únicas dignas para entrar a El Gran Palacio.

El rey entendió ésto, ya que cada uno de los habitantes del palacio fue entrenado para reconocer qué tipo de persona es invitada a entrar. Solo gente pura de alma, inteligente y en lo posible con experiencia para luchar (en las mujeres el último requisito no era necesario) podrían entrar a el palacio.

El Rey planeó estar con cada una de las mujeres media hora en su recámara real para elegir.

La primera estaba vestida con un apretado vestido rojo. Quería impresionar al rey con sus largas piernas y gran escote. Inteligente era por lo visto. Y el rey, aunque sí se impresionó, no cayó a la trampa, pues no la halló honesta.

La segunda estaba vestida de verde. El verde combinaba perfectamente con sus ojos, y ella lo sabía. Tenía las 20 uñas pintadas de verde, y hasta aros verdes. El rey la encontró muy bonita pero a la vez demasiado superficial. No hubo química con ninguna de las dos.

Al fin llegamos a la tercera, quien se encontraba con un largo y muy hermoso vestido negro. Eso sí impresionó al rey. Se llamaba Mary. Reina Mary sería.

Hablaron una hora hasta que Raymond tomó la decisión. La encontró demasiado inteligente, demasiado linda y locuaz, había química con ella y se rieron juntos de las otras dos aspirantes a reinas.

Los dos criticaban los otros colores. Ambos vestidos de negro, decían que los colores estaban de más. Todas las personas importantes se deberían vestir de negro ya que habitaban un reino sin colores mas que el blanco y negro.

Algunas alcobas reales eran Blancas y otras eran Negras. Pero sin embargo nadie que estuviese del lado del Rey estaría nunca vestido de blanco (el blanco era el color de los enemigos, del reino del Otro Lado)

Después de la coronación de la Reina Mary, todos aquellos dentro del Gran Palacio, se prepararon para la guerra. Llegaron al límite del reino y al encontrarse con sus enemigos vestidos de blanco, formaron:

Los diez peones se formaron adelante. Atrás, al lado de cada Torre (que estaban en las dos puntas de la fila), se formaron los dos Caballeros, William y Arturo. Al lado de cada caballero se formaron los mayordomos del rey, sus más fieles protectores: Alfredo Alfil y Adolfo Alfil. En el medio se colocaron El Rey Raymond y La Reina Mary.

Alguien gritó entonces: ¡Que empiece el juego!
Y los hombres comenzaron a jugar al Ajedrez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario