martes, 19 de mayo de 2009

Limbo

Estaba a pasos de cruzar las puertas del Cielo. Pasos. Sólo tenía que seguir caminando. Para adelante, seguir para adelante. Tan cerca estuve. Tanto sacrifiqué para llegar. Sin embargo me detuve. Simplemente dejé de caminar.
Sabía que no podría volver para atrás. Sabía que el único camino era el que estaba frente a mí. Sin embargo, me detuve. Me quedé quieta y en silencio viendo las puertas del Cielo. Me estaban esperando. Esperaban que cruce el umbral. Todos lo esperaban. Era mi momento. Me tocó en el sorteo. Pero no quise caminar, y rechacé el Paraíso. Así que vi como lentamente se cerraban las puertas.
No podía dar vuelta la cabeza para ver qué había del otro lado. No había un segundo camino. No había una segunda opción ¿Y mi libre albedrío? Lo perdí. Lo perdí cuando negué mi realidad para sumarme a la tuya. Negué mi destino por vos.
No sabía yo. No sabía si seguías vivo o no. No sabía si la razón por la cual no estabas era porque tu camino era otro. Pero te buscaría en el infierno si fuera necesario. Y si no estabas allí, estaría más cómoda en el infierno de todos modos. Porque el Cielo sin vos no es Cielo. La eternidad sin vos, inimaginable.
Pero está bien ahora. Las puertas se cerraron. Yo te busco, desde el Limbo. Te busco entre los vivos, y te busco entre los muertos. Busco tu espíritu con el mío. Por Dios, cómo espero encontrarte...

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