lunes, 12 de julio de 2010

Santa Rosa, Vol. 1 - 30/05/010

Es un laberinto exhaustivo lleno de sentimientos de angustia y locura, fluyendo cual olas frías que golpean el alma de uno.

Es lo necesario por un lado, y lo increíblemente doloroso por el otro.

Es un proceso que con alas atadas tendrás que superar, es una o dos lágrimas que se niegan a brotar.

Son las historias de una vida llena de cicatrices que nunca pudieron sanar, porque como un valiente guerrero seguiste adelante, sin tiempo para remendar.

Es un nudo en la garganta perpetuo, imposile de relajar.

No siempre está ahí, a veces es reemplazado por algunos brotes de risa... Que uno desea se mantengan en el tiempo, y los busca en su memoria cuando no los encuentra en el presente.

Como cualquier cuasi-artista, o aspirante a tal, estoy enamorada de la vida.
Soy hija de la Tierra, más allá del color de alguna bandera, y me siento feliz de poder disfrutar de los regalos que ésta nos otorga.

Agradezco cada amanecer y me emociono viendo cuando el sol de vuelve a guardar. Mis ojos anonadados observan las nubes que, cual pinceladas blancas, se camuflan con el celeste del día... Y en mi cara se dibuja una sonrisa de niña.

Amo a la luna en todos sus momentos, aunque viéndola llena siento como su energía, antigua y sabia, me llena. Las estrellas atestiguan el momento y, alguna risa de aquél principito, amerita una mención.

El sol y el agua dan vida, dos seres pueden crear a uno completamente nuevo, y un buen libro puede llegar al corazón de millones de extraños al rededor del planeta.

Pero me pierdo en mi mente, tantos caminos por recorrer... ¿Cómo saber cuál es el correcto? ¿Es a prueba y error?

Ya entendí lo de: Acción y Reacción. A no tropezarme dos veces con la misma piedra, ni tres... Me digo. Pensé que podía huír de ciertas cosas, "Carpe Diem" escribí por todos lados. Aventuras, adrenalina... Evasión. No al pre-juicio, sí al juicio con conocimiento de causa.

Pero la curiosidad mató al gato... Suerte que todavía me quedan algunas vidas.

Ahora se viene el cambio. No espiritual ni escencial, sino conductual. No al impulso peligroso por no valorar mi propia vida, ni al riezgo sin sentido dejándo las decisiones más importantes al azar.

Ya no más el: No me importa morir hoy, mientras haya experimentado lo máximo que pude en el tiempo que tuve. Mientras esté dejando un mensaje, o mi huella. Del error aprendí, ya sé que con ciertas cosas no se juega. Especialmente con la mente frágil de alguien tan perdido como yo lo estaba. Sin medir las consecuencias.

Quisiera por una vez, tener mi mente tranquila... Calma.
Dejar de preguntarme tantas cosas y preocuparme por vivir.

(...) Bueno, dejaré a las partillas cumplir su trabajo (zzZ)

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