Me siento en ésta computadora todos los días a mirar alguna hoja vacía para rellenar. No siempre tengo algo que decir, o no siempre sé cómo decirlo. Sin embargo, hay algo en mí que necesita salir. Salir de mi mente, de mi cuerpo. Tal vez pienso con mis dedos en el teclado. O simplemente no tengo sentido. Sigo desesperando a pesar de la medicación. Ahora no sólo por la magia perdida, sino también por la libertad condicionada. Sigo desesperando. Va más allá de terapia, más allá de la religión, más allá de todo lo que creo saber. Tan lejos está que no puedo reconocerlo, identificarlo, transmitirlo. Me canso de las metáforas a veces, siento que la poesía carece de utilidad. Pero mi ser quema por dentro. Arde. No sé si está en mi espíritu, en mi mente o en mi cuerpo. No sé por qué está ni qué quiere. No sé el propósito. Esa búsqueda de la verdad que sabe que no hay verdad. Que cada uno tiene su verdad. Cada uno tiene su verdad... Desespero.
Nadie supo explicarme porque la quería
ResponderEliminarque el hombre de mi vida se llama María